Historia de La Ley de Atracción para dormir

Historia de la Ley de Atracción para dormir

Historia de La Ley de la Atracción para dormir por Andrés

https://www.youtube.com/watch?v=gxJvAmuS7Uk

Estaba leyendo el tercer libro de Rhonda Byrne, La Magia, un libro maravilloso sobre la gratitud. En alguno de los pasajes el libro hace referencia a que el Universo te devuelve lo que has dado a los demás. Da desinteresadamente, da por el simple hecho de hacer el bien y el Universo te lo devolverá. No estoy citando palabras del libro, pero así lo interpreté en ese momento. Entonces decidí poner en práctica los consejos del libro.

Por esos días estaba en una cabaña y salía a hacer caminatas de 10 kilómetros por un sendero de un lago hasta llegar a una tienda de carretera. En la tienda podía descansar, beber algo y tomar un transporte rural de regreso a la casa de campo. Si no tomaba el transporte rural, la caminata se convertía en 20 kilómetros, entonces siempre llevaba dinero para una gaseosa y el transporte.

Ese día, como siempre lo hacía, lleve dinero para la gaseosa y el transporte, aunque esta vez llevue un poco más pues tenía un plan. Quería hacer la caminata, pero esta vez entregarle todo el dinero a alguien que lo necesitara más que yo. Lo debo hacer con amor y sin esperar nada a cambio. Estaba completamente dispuesto a caminar hasta donde me dieran los pies. Si era necesario debía hacer la caminata completa de 20 kilómetros. Eso significaba que una vez entregado el dinero, no había vuelta atrás, tendría que caminar hasta la cabaña donde dormía a como diera lugar.

Lo quería hacer como una muestra al Universo de que yo quería ayudar a alguien para hacerle la vida mejor, como muestra de que estaba agradecido con la vida y con el Universo y de que tenía fe que me iba a poner la mejor persona en el camino para ayudarla. Hacerlo me daba alegría en el corazón. Me sentía poderoso pues el Universo nos da la oportunidad de ayudar todos los días, pero a veces no lo hacemos. Tal vez no porque no tengamos buen corazón, sino por el ajetreo de la vida diaria.

Emprendí entonces mi caminata rutinaria y al cabo de un rato me encontré con unas casas humildes a borde del camino. Allí estaba una campesina sonriente, me detuve y le pregunté: ¿Buenos días señora, tiene algo de agua que me pueda vender? Ella muy amablemente me dio un vaso de agua y me dijo que me lo obsequiaba. La señora me puso tema de conversación y me comentó que la situación era algo difícil y que no tenía dinero ni para los cuadernos escolares de sus hijos.

En ese momento conversé con la energía universal. Le dije, aquí está, esta es la persona que debo ayudar hoy, me la pusiste en el camino. Sin dudarlo le entregué todo el dinero que había llevado, que no era suficiente, pero era algo. Le di las gracias y me despedí con un abrazo y le deseé lo mejor.

Continué por el sendero y completé la caminata rutinaria llegando hasta a los 10 kilómetros a la tienda donde podía comprar gaseosa y tomar el transporte rural. Solo que esta vez no tenía dinero. Me senté a descansar un momento y a pensar en que todavía me faltaban 10 kilómetros de recorrido, estaba sediento y no tenía una sola moneda en el bolsillo. Entonces enfoqué mi atención y sentimientos en el bien que había hecho al entregarle el dinero a la señora humilde, quien ahora iba a poder comprarle cuadernos a sus hijos.

Continué mi camino con la satisfacción de haber hecho bien y dispuesto a recorrer los 10 kilómetros restantes, a pesar de que me dolían mucho los pies y tenía mucha sed.

Cuando llevaba 10 minutos de camino sentí que una moto me pitó. Le di espacio para que siguiera y el motociclista continuó, se parqueó 5 metros más adelante y se quitó el casco. Me saludó: «Hola Don Andrés, ¿Qué hace por aquí tan lejos?» La miré bien y me di cuenta que era Doña Teresa, una mujer que cocinaba muy rico y que no veía hace más de 5 años.

¿Lo llevo don Andrés? Claro doña Tere – no sabe de la que me acaba de salvar – le dije.

Me subí en la moto y en ella nos fuimos juntos hasta su casa donde entramos a conversar un rato. Me ofreció gaseosa, pan de bono y una silla para descansar. Le dije que había sido un milagro que me hubiera encontrado a pesar de que no nos veíamos hace tanto tiempo. «Me salvó de una caminata de 10 kilómetros y ahora me está dando gaseosa y comida. Usted es milagrosa doña Tere».  Luego de conversar un rato me llevó a la casa de campo y se despidió con un abrazo y un hasta pronto.

Yo no lo podía creer. El universo me había enviado a esta señora que no veía hace más de 5 años y gracias a eso mí caminata no fue de 20 kilómetros y ampollas en los pies. Tomé gaseosa, me alimenté y ahora estaba de vuelta en la cabaña donde dormía. El Universo me envió a doña Tere, una señora milagrosa que me salvó de una caminata dolorosa y más larga de lo que podía soportar.

Di gracias durante la siguiente hora con inmensa felicidad, pues recibí mucho más de lo que había dado. Durante la siguiente semana di gracias todos los días por lo que había sucedido y hoy en día sigo dando gracias, porque ese día creo haber entendido algunas cosas de cómo funciona el Universo y la vida.

Ahora creo que debo hacer las cosas con el corazón. Que debo ayudar a los demás lo más que pueda. Que debes tener fe que todo va a salir mejor de lo que esperas. Que debo actuar sin esperar nada a cambio. Que el Universo siempre ahorra energía y te pone a las mejores personas en el camino. Que los obstáculos no son barreras, son migas de pan que te pone Dios en el camino guiándote hacia un sendero mejor.

Para mí el lugar donde me encontré a la señora que me regaló el vaso de agua se volvió especial pues cada vez que paso por allí algo bueno me sucede. Un año después pasé caminando con mi esposa y un señor nos roció agua con una manguera para refrescarnos de un sol infernal; dos años más tarde abrieron paso para un pequeño riachuelo de agua pura, donde cualquier caminante se puede refrescar si lo desea… Ese lugar se volvió mágico en mi vida.

Después de esa caminata siempre me acecha una duda, no tengo claro si ese día yo ayudé a la señora o ella me ayudó a mí. Creo que fue más ella a mí, pero espero que también ella hubiera tenido más esperanza y fe, así como yo las tengo hoy.

Feliz noche.