El pensamiento positivo habitual, la mente calma y Dios

Puede ser que tengas numerosos problemas, domésticos, sociales, físicos y financieros que parecen ponerte presión a fin de encontrar una solución inmediata. Tienes deudas que deben ser pagadas y otras obligaciones que deben ser solucionadas. Te sientes desafortunado y caído en desgracia y sientes que debes hacer algo para cambiar las cosas. No te precipites a actuar basado en impulsos superficiales. Debes tener confianza en Dios para encontrar una solución a todos tus enigmas personales. No te presiones a ti mismo. Solo hay Dios y todo está bien en el mundo.

Recuerda que el equilibrio y el poder están ligados indisolublemente. Una mente calma y equilibrada es una mente grande. Una mente agitada y precipitada es débil. Cada vez que caigas en un estado mental de precipitación, quizás sabes que perdiste el punto de vista imparcial, comienzas a ver el mundo o una parte de él, como si todo estuviera mal. No hay nada malo, nada puede salir mal; permanece calmo, sonríe y ten fe en Dios.

Puede ser que hayas adquirido la costumbre de verte a ti mismo como una persona ordinaria, teniendo una capacidad limitada y siendo un fracasado. Todo eso que piensas habitualmente sobre ti mismo, es precisamente lo que eres. Debes formar ahora una más grande y mejor costumbre de pensamiento positivo. Debes formarte otro concepto de ti mismo, como un ser de poder sin límites, y pensar de manera habitual que eres ese ser poderoso.

Es el pensamiento habitual y no el pensamiento periódico o inconstante el que decide tu destino. No te servirá de nada pensar que eres grande y poderoso algunas veces al día durante uno minutos, si durante el resto del día, cuando estás ejecutando tus ocupaciones normales, te la pasas pensando que no eres grande ni poderoso. Por lo tanto, cualquier número de oraciones o afirmaciones no te harán grande si consideras que sigues siendo pequeño y débil.

Piensa que eres grande y poderoso de manera habitual, ten fe en Dios, sé consciente de que tienes poder sin límites y mantén tu mente calma.

Texto adaptado del libro: Cómo ser un genio – la ciencia de la grandeza de Wallace D. Wattles