Para que vivas una vida plena es fundamental que entiendas que absolutamente nada es demasiado bueno para ti, sin importar qué tan bueno sea, sin importar cuán inmerecedor parezca ser. Tienes derecho a lo mejor que hay en el mundo. Así que no temas pedirlo, exigirlo – y tomarlo.
Las cosas buenas del mundo no le pertenecen a hombres favorecidos. Pertenecen a todos, pero solo acuden a aquellos que son lo suficientemente sabios como para reconocer que las cosas buenas son suyas por derecho.
Muchas cosas buenas se pierden por falta de información. Se pierden muchas cosas espléndidas por tu sentimiento de que eres indigno de ellas. Algunas grandes cosas no han llegado a ti todavía porque te ha faltado la confianza y el coraje para exigir y tomar posesión de ellas. Si sigues repitiendo que no eres digno de lo bueno, que es demasiado bueno para ti, la Ley tomará tu palabra y creerá lo que dices.
Eso es algo peculiar acerca de la Ley, cree lo que dices, te toma en serio. Así que ten cuidado con lo que le dices.
Dile al universo que eres digno de lo mejor que hay, y que no hay nada demasiado bueno para ti, es muy probable que la Ley te tome en serio, y diga: «Creo que tiene razón; voy a darle todo lo quiere, él conoce sus derechos, y ¿de qué sirve tratar de negárselo?».
Pero si dices: «¡Oh, es demasiado bueno para mí! La ley probablemente dirá: «Bueno, seguramente tiene la razón. Él conoce bien sus derechos, y no me corresponde a mí contradecirlo». Y boom, el universo te concede lo que pediste.
Ahora sabes que el universo siempre te da la razón tanto si crees que mereces las cosas, tanto como si crees que no las mereces.
¿Cuál va a ser tu pensamiento predominante? ¿Merezco todo lo bueno que el universo tiene para darme, o no lo merezco? Es tu elección.